Selecciones en España

Un Digest más español

Cuando, en la primavera de 1963, me contrataron para dirigir la edición española del Reader’s Digest, Selecciones ya se imprimía en España desde hacía más de diez años, pero seguía siendo traducida y editada en México.

La edición en lengua española del Reader’s Digest (la primera edición no inglesa de esta revista) nació en 1940 para su distribución en toda América Latina. Comenzó a editarse, traducirse e imprimirse, primero, en Estados Unidos, a partir de 1944 en Cuba y, por último, en México. La edición propiamente española inició su andadura por nuestras tierras en octubre de 1952, hace nada menos que 70 años.


Tenía, como asesores, a dos destacadas personalidades hispanas en el mundo editorial y en el de la lengua española: Fernando Martín-Sánchez Julia, presidente de la Editorial Católica, y Julio Casares, Secretario Perpetuo de la Real Academia Española, con la misión de vigilar que el contenido se ciñera a la moral católica (Martín-Sánchez Julia era conocido como Secretario de Dios) e impedir que los textos de las traducciones, hechas en México, contuvieran vocablos ajenos a nuestra lengua, tarea llevaba a cabo por Casares, autor del famoso Diccionario Ideológico de la Lengua Española.

Cubiertos estos dos objetivos, el Digest que circulaba en España cuando yo fui contratado como director era impreso en Madrid pero editado y traducido en México, desde donde todos los meses hacían llegar por correo las traducciones correspondientes, sobre las que podían hacerse algunas leves correcciones lingüísticas, pero solo en el caso de que fuera absolutamente necesario (muy a menudo, la voz americana, aunque suene foránea es perfectamente correcta). Desde el principio, entendí que el objetivo era “españolizar” la edición española: primero, seleccionando en España los artículos que iban a componer cada uno de los números; después, revisando concienzudamente las traducciones, eliminando cualquier modismo latinoamericano poco común en España, que, aunque correcto, pudiera dar un tinte extranjero a la publicación, y encargando algunas otras a traductores españoles; y, por último, iniciando la redacción de textos escritos por periodistas españoles.

Al poco tiempo de ser nombrado director, fui invitado a la casa matriz del Digest, en la pequeña localidad de Pleasantville, cerca de Nueva York, para conocer personalmente a los editores norteamericanos y, por supuesto, a sus fundadores, DeWitt Wallace, y su esposa, Lila Acheson Wallace. En su magnífico despacho, decorado con el conocido cuadro de “Las tres velas”, de Marc Chagall, mantuve una inolvidable conversación con DeWitt Wallace, uno de los periodistas más importantes del mundo, que había impreso un sesgo muy personal a los medios de comunicación.

Con la aprobación de la Casa Madre, comenzamos a elegir los artículos que publicábamos y españolizar las traducciones… Fue solo el principio.

Inmediatamente, incorporamos como autor de la popular y muy leída  sección fija “Enriquezca su Vocabulario” al entonces Secretario de la Real Academia Española, el autor y filólogo Alonso Zamora Vicente, en sustitución del que hasta aquel momento la estaba firmando, el lexicógrafo latinoamericano Carlos F. MacHale, y no tardamos mucho en iniciar la publicación de artículos sobre temas españoles, firmados por periodistas de nuestro país, hasta llegar a un promedio de tres o cuatro en cada número.

Muchos fueron los nombres españoles que firmaron en el Selecciones que yo dirigí: Raúl Vázquez de Parga, José García Alegre, Jacobo García Blanco-Cicerón, Montserrat Fernández, Jacobo Durán, Sara de Montolió… y muchos los temas españoles que aparecieron en nuestras páginas y en otras ediciones internacionales del Reader’s Digest. “Perspectivas alimenticias de los españoles en el siglo XXI”, una biografía del rey Juan Carlos, semblanzas del campeón de motociclismo Ángel Nieto, del presidente del Real Madrid, Santiago Bernabeu, del tenor José Carreras, de la bailarina y cantante gitana Carmen Amaya o un detallado informe de los cambios que, a comienzos de los setenta, estaba experimentando la Iglesia católica. Temas sociales como “Mondragón, donde los obreros son patronos”; históricos, “Archivos nacionales, Memoria de España”; sociológicos, “Origen de los apellidos españoles”; relativos a la naturaleza, “Doñana, tesoro ecológico español” o “¡Urgente, salvemos nuestros bosques!”, y hasta convertimos en “Personaje Inolvidable”, una de las secciones favoritas de la revista, al doctor Gregorio Marañón, quien junto al filósofo José Ortega y Gasset y el novelista Ramón Pérez de Ayala, firmó el manifiesto por la Segunda República española.

Introdujimos el sistema de investigación y documentación mediante el cual (como hacían las publicaciones líderes de los países avanzados y, desde luego, de manera muy especial el Reader’s Digest) un equipo de periodistas españoles cotejaban las fuentes que habían utilizado los autores de los artículos que nosotros producíamos y buscaban al menos otra que corroborara la información.

Dediqué al Reader’s Digest más de veinte años. Mi paso por Selecciones dejó en mí una huella imborrable y me proporcionó unos conocimientos de investigación y redacción muy útiles cuando me dediqué a escribir libros como la “Historia de la Agencia EFE”, “Historia del ABC”, “Un día en la vida de El Mundo”, la historia de la Asociación de la Prensa de Madrid y la del Ateneo de Madrid, así como una biografía del dramaturgo Enrique Jardiel Poncela.

Mi más efusiva felicitación a Natalia Alonso, la editora actual, en la celebración del setenta aniversario.


Querido lector. Soplando velas En octubre de 2022 celebramos el 70 aniversario de la presencia de Selecciones en España. En febrero de ese mismo año, se celebró el centenario del nacimiento de Reader’s Digest de la mano